Hola, soy Fredel, fundadora de Bake Shop, mamá de tres, maratonista (¡ya llevo ocho!) y amante de los pasteles desde siempre.
Mi historia con la repostería empezó mucho antes de que existiera Bake Shop. Desde chiquita compraba recetarios y me encantaba hornear en casa —desde pasteles de cajita hasta pruebas más elaboradas con libros que me regalaban mis papás. Siempre llevaba mis creaciones a comidas familiares y cenas con amigas… hasta que una de esas veces alguien me dijo: “¿Me haces uno para mí?”
Así, sin darme cuenta, empezó todo.
Mientras estudiaba la universidad, lancé uno de los pasteles más pedidos hasta hoy: el Banana Caramel. Después, vinieron los primeros encargos, los cumpleaños de los hijos de mis primas, y con cada pedido crecía mi amor por lo que hacía.
Luego llegaron mis tres hijos… en tres años. Pausé un poco todo. Pero cuando mi hija más pequeña entró al kínder, decidí volver a hornear y también encontrar un espacio para mí. Fue entonces que corrí mi primer maratón (¡y desde ahí no paré!). Entre pasteles y kilómetros, Bake Shop volvió a tomar forma.
En ese momento me cuestionaba si seguir o no. Hacer un pastel desde cero me tomaba horas, y con tres hijos, el tiempo se volvió oro. Fue mi esposo quien me dio una idea que me cambió la vida: encontrar una forma de adelantar ciertas partes del proceso para no tener que empezar de cero con cada pedido. ¡Y funcionó! Empecé a organizar mejor mi producción y todo fluyó distinto.
Con el tiempo, tomé cursos, perfeccioné mis recetas, creé procesos y poco a poco, fui encontrando el equilibrio entre ser mamá, emprendedora, pastelera y maratonista.
Cuando llegó la pandemia en 2020, los pedidos explotaron. Mi casa se convirtió en taller, bodega y salón de clases virtuales. Todos en Zoom, yo batiendo y horneando en medio del caos. Hasta que un día, mi familia (con razón) me dijo: “¡Ya no más batidora a las 10 pm los domingos!”
Así que, con miedo pero con determinación, busqué salir de la casa. Me prestaron una cocina sin renta y ahí estuve un año. Hoy, tengo mi propio taller, un equipo, y un proyecto que ha crecido al ritmo de mi vida y de mis sueños.
Bake Shop no es solo pasteles personalizados. Es el reflejo de todo lo que soy: mamá, soñadora, corredora y alguien que cree que todo, con amor, se puede lograr.
Me encantaría ser parte de tus momentos especiales. Descubre aquí cómo podemos crear algo delicioso y único para ti. 💕